jueves, 23 de febrero de 2017

Hay que volver a leer el Contrato Social de Rousseau

Orbis Beltré
Por Orbis Beltré

En estos tiempos, que tanto la transculturación como la penetración cultural son un fenómeno persistente desde y hacia todas las latitudes de la tierra arrastrando costumbres y tradiciones diversas, un Estado que no se apegue al criterio de la laicidad, es un Estado que estará sujeto a grandes conflictos antropológicos, étnicos y sociológicos, que más temprano que tarde terminarán en episodios violentos.

Un caso de cómo un Estado no laico podría confrontar serios problemas incluso de orden moral, es el siguiente:

En los estrados de nuestros tribunales está el Cristo bíblico crucificado, ante el cual el imputado debe jurar la verdad.

El Estado dominicano educa, según su ley de Educación 66-97, artículo 4 letra E, en principios cristianos.

La Biblia, libro que el Estado dominicano a través de la ley 44-00 asume como “palabra de dios” y como un libro perfecto, dice que todo aquel que sea sorprendido trabajando el día sábado debe ser matado (Núm. 15:32-35).

Entonces...

¿Qué sucedería si un día un adventista imputado de homicidio, ante el juez que lo conmina a deber honestidad a esa alegoría judeocristiana que reposa en su estrado, argumenta que al ciudadano que él mató lo sorprendió trabajando el día sábado, en franca violación al libro de Números 15: 32-35, y que él, como cristiano adventista y sujeto a que el ordenamiento jurídico nacional reconoce perfección en la Biblia, convino en privar de la vida a su víctima, como un tributo para honrar la palabra del dios suyo y del Estado dominicano?